Los obispos de Bélgica estamos profundamente decepcionados con la aprobación dada por la Cámara de Diputados a la Ley sobre la ampliación de la eutanasia para los menores. Lamentamos la adopción de una ley que muchos expertos consideran que es innecesaria y tiene muchos defectos.
Los obispos compartimos la opinión de aquellos que, en el debate sobre la eutanasia, se han pronunciado de forma inequívoca en contra de la ley, de acuerdo a su experiencia o conocimientos.
Apoyamos plenamente los derechos del niño, de los cuales los derechos al amor y al respeto son los fundamentales. Pero el derecho del niño a pedir su propia muerte supone ir demasiado lejos. Se trata de la transgresión de la prohibición de matar, que constituye la base de nuestra sociedad humana.
Los obispos tememos que esta nueva ley abre la puerta a una futura ampliación a las personas con discapacidad, a las personas con demencia, a los enfermos mentales o aquellos que están cansados de vivir. Insistimos que es necesario implementar lo que hace falta para combatir al máximo el dolor y el sufrimiento y para que todos aquellos –profesionales y voluntarios– que acompañan a las personas enfermas y que sufren, sean apoyados de la mejor manera posible


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