Tras mi reciente encuentro con el presidente y el vicepresidente de la Conferencia Episcopal de la República Democrática del Congo lanzo de nuevo un llamamiento urgente a todos los congoleños para que en este momento tan delicado de su historia sean artífices de reconciliación y de paz. Los que tienen responsabilidades políticas escuchen la voz de sus conciencias, sepan ver los crueles sufrimientos de sus compatriotas y se preocupen del bien común. Aseguro mi apoyo y mi afecto al amado pueblo de ese país, invito a todos a dejarse guiar por la luz del Redentor del mundo y rezo para que la Navidad del Señor abra caminos de esperanza.